Conferencia Junio 22, 2017
El Natem (Ayahuasca) es una sustancia que se ingiere, y por lo tanto requiere un proceso digestivo. Como ocurre siempre en estos casos, la digestión lleva cierto tiempo. A medida que va avanzando ese proceso, inclusive, se van absorbiendo más principios, que van a alterar mucho nuestra percepción, nuestro cuerpo y nuestra conciencia. Con el paso de las horas el cuerpo absorbe las propiedades más y más, y sentimos cómo la percepción de nuestra conciencia se va alterando de manera progresiva.
De manera natural, al tomar Ayahuasca, se produce luego la digestión y, finalmente, la deposición. Durante todo ese proceso, nuestro cuerpo reacciona como si fuera una anaconda: va tomando toda la esencia posible del extracto. Cuanto más tiempo permanezca la Ayahuasca en nuestro cuerpo, más propiedades absorberemos. Por el contrario, cuanto más velozmente abandone nuestro organismo, menos material habrá para absorber: los principios que son absorbidos serán menores, y también serán menores los cambios físicos y psíquicos.
Si interrumpiésemos el proceso natural de beber, digerir, asimilar y eliminar, disminuiría muchísimo el efecto de la intensidad de la bebida. De ser así, los efectos que experimentaremos serán muchísimo menores.
La primera, la peor y la más grave forma de interrupción es el vómito, puesto que en este caso vamos a cortar el proceso de digestión demasiado pronto, y la Ayahuasca no llegará al intestino para ser absorbido, en el intestino delgado y grueso. Podemos afirmar que si la Ayahuasca llega al intestino, vamos a poder absorberlo y estar bajo sus intensos efectos hasta unas doce horas. La Ayahuasca que contiene una buena cantidad de Yaji, por ejemplo, tiene un importante efecto laxante. También se han utilizado bejucos de Natem de más de cuarenta años. Esto quiere decir que hay una considerable potencia, y eso activa los mecanismos de expulsión o de purga (vómito o diarrea) bastante más fácilmente.
Ya sea que vomitemos pronto o que vayamos al baño con diarrea más de una vez, estaremos expulsando la sustancia del organismo. Si expulsamos la sustancia, evidentemente, no quedará nada y no se producirá ningún efecto, o éste será débil. Después podremos volver a tomar, si hemos perdido la medicina, de alguna forma. Pero si se repiten los vómitos anticipados o la diarrea, la perderemos nuevamente.
En la tradición y en la cultura Shuar, una buena toma es una sola toma. Y esa única toma se mantiene y se cuida como corresponde a un guerrero, a un hombre. Un hombre, un guerrero, sabe beber, sabe tomar el Natem con dignidad. No vomita, no experimenta diarrea, y ello es una muestra de poder. De hecho, quien muestra debilidad al expulsar el Natem de su organismo es objeto de burla y de falta de respeto. Por eso están las dietas: hay que comer bien. Y comer bien es algo para toda la vida. No basta con decir “voy a hacer una dieta porque voy a tomar la ayahuasca”. Sinceramente, si no comemos bien, no podemos seguir en esto. Siempre habrá vómitos y diarrea, y no se podrá salir de ese primer estadio del proceso. Hay que tener fuerza, hay que tener el tacto sagrado de Arutam, la energía, la intensidad. La dieta es importante, pero lo que hemos dicho sobre el sexo es fundamental para mantener llenas todas las presiones del cuerpo. Cuando el hombre eyacula, pierde todas sus presiones, y entonces no puede retener algo como el Natem: se le va. Así también, pierde las ganas de vivir, la voluntad, la fuerza. Hay que recordar que sólo somos una corriente eléctrica. Somos un calambre sagrado. Tensiones que palpitan. Que fluyen como los ríos, palpitan como las estrellas, crecen como la luna. Hay que entender, también, que si tomamos sustancias relajantes en exceso, sean o no sean drogas oficiales, como el cannabis, el opio y tantas otras, nuestras presiones se van a hundir, se van a debilitar, también.
No se puede aguantar un sacramento, una bebida ceremonial para comulgar con la selva y el Arutam si estamos en un estado de debilidad. Tendremos que buscar un camino más simple, para gente más frágil. El camino del Uwishin era un camino para que los Shuar se convirtieran en verdaderos animales, en bestias, para vivir en la selva y también para ser líderes, chamanes, padres de familia. Guerreros. De ahí surge el poder para curar. Para sanar, para mejorar la salud de las personas. Es hacer crecer la vida, nosotros, y acercarnos a ella. De tal manera que un día nos convirtamos en los animales que un día, a través de la resistencia de la razón, abandonamos. Lo que dejamos debilitarse y enfermar. Nadie se puede llenar de Arutam (Gran Espíritu, Vida) realmente, y vivir llenos del Arutam y su tacto sagrado, si no se convierte en esa bestia, en ese puro instinto, viviendo desde el Arutam con confianza y con la mente vacía. Todos queremos ser el animal que algún día traicionamos y abandonamos. Y cuando enfermamos, no hay justificación en la mente y en el corazón, que valga ante la ausencia del tacto sagrado y la salud. Ni dinero ni poder ni objetivos ni propósitos. Ni creer que hacemos las cosas bien, ni creer que hacemos las cosas mal. Ese error cognitivo, ese error en la conducta, nos lleva a debilitar nuestras mentes. Y muchas veces, cuando vemos la medicina que crece, y sus efectos, ya queremos escupirla o defecarla. Porque tenemos miedo de sentir, tenemos miedo de ver. Es el monstruo que hemos alimentado, la sombra que llevamos oculta. Hay que conseguir que la medicina encaje, adentro, y cuando ya sabemos que no la vamos a vomitar, y que no la vamos a defecar, por lo menos no demasiado –porque tendremos que ir al baño, a veces: es importante limpiar un poco el cuerpo, limpiar los intestinos-. Me refiero a diarrea sobre diarrea: es decir, cuando terminamos desechando toda la medicina de nuestro cuerpo. Se nota cuando vamos al baño y se sale toda la medicina. Debemos conseguir que quede dentro del cuerpo, y que éste se quede enganchado absorbiendo su esencia. Eso nos va a dar entre doce y hasta catorce horas de trance, como mínimo. Ustedes saben lo mucho que se puede aprender durante todo ese tiempo, lo que nos puede cambiar en nuestros cuerpos, mentes y en nuestras tendencias.
Transformarnos, incluso en la enfermedad. Y la sombra, la resistencia más pegada, se puede sanar y liberar. ¿Ustedes saben la gran posibilidad que suponen tantas horas de trance, y lo que nos permitiría poder integrarlo con nuestras vidas, y cambiar nuestras vidas en todos los sentidos?
Si tenemos miedo de ver, si no queremos ver, no hace falta entonces venir aquí. Yo en lo único en lo que no puedo ayudar a nadie es a cambiar su voluntad. Eso es elección de ustedes. El Natem, el camino de Uwishin, es bien, bien profundo, y bien fuerte para trabajar con la oscuridad y la sombra, con la enfermedad. Por eso es lo más espectacular que yo conozco para curar, en manos de un gran Uwishin, de un gran Chamán, se pueden hacer milagros con las personas. Pero al mismo tiempo esa pureza, esa autenticidad, lo transforma en algo muy inaccesible para la mayoría de la población. Por eso las personas intentan modificar las recetas, haciéndolas suaves decocciones que llaman Ayahuasca, llenas de hojas de Yaji (chakruna) que sólo les dan un poquito de visiones, nada más. U optan por consumir de una manera más rápida, fácil y corta, sustancias que contengan DMT, cosas así.
Como ya les dije: grande ha de ser la voluntad para realizar la unión con Arutam (Gran Espíritu), transformar sus vidas y vivir llenos del tacto sagrado.