San Petersburgo, Conferencia por Arutam Ruymán
CONSERVAR LA ENERGÍA VITAL
La dieta es un elemento fundamental para lograr que la medicina permanezca en el cuerpo durante mucho tiempo, de manera que pueda ser bien absorbida y facilitar un trance de muchas horas.
Es importante, en primer lugar, no perder la presión de energía vital. No debemos dejar que disminuya la presencia del tacto sagrado en nosotros. Esto nos exige tener un cuidado especial para que no haya pérdida energética en el orgasmo y en la eyaculación. Ese instante de placer en el que se desprende la energía vital de nuestro cuerpo, hace que bajen todas las presiones, y debilita el recorrido del tacto sagrado.
La toma del Ayahuasca, en la práctica del chamanismo, es para estar llenos de Arutam (Vida o Gran Espíritu) y de su tacto sagrado en nosotros. ¿Por qué aumentarlo, si luego lo vamos a desperdiciar? Alguna gente, de manera absurda, cree que la práctica del chamanismo puede estar al servicio de una vida sexual más abundante y placentera. Vale decir: aumentar el tacto sagrado sin otro objeto que desperdiciarlo con mayor fuerza y en mayor cantidad. Esto, evidentemente, transforma al chamanismo en un arma verdaderamente peligrosa.
Quien no esté dispuesto a mantener bajo control su vida sexual, no debería practicar algo como el chamanismo. No sólo éste, sino cualquier disciplina, que nos exija contar con un tacto sagrado bien despierto en nosotros. Un tacto sagrado bien cuidado, bien conservado, bien mantenido, inclusive en el deporte, es la única forma de recuperarnos del estrés del entrenamiento, de las roturas de fibra, del agotamiento muscular en general y de las tensiones, es encontrarnos repletos del tacto sagrado que nos renueva. Éste va desde los riñones hacia el resto de nuestro cuerpo y late junto a nuestro corazón.
Arutam está guardado en el centro de nuestro cuerpo, en los riñones, allí entibia nuestro ser. Sus fuertes raíces son las piernas, luego crece en el tallo: nuestra columna. Por la médula asciende su calambre y madura en nuestra cabeza con sus cinco colores, sabores, etc.: los cinco sentidos.
Quien no está lleno del tacto sagrado, debilita ese recorrido. Eso trae problemas, si ya estamos débiles, cada vez que consumimos la energía vital por medio del sexo. Esto empeora notablemente con el alcohol, que nos adormece y nos destruye. Si hay un exceso de sustancias relajantes en nosotros, como opiáceos, cannabis, etc., el tacto sagrado se vuelve más lento y también se retira. Tanto la angustia como la enfermedad sobrevendrán por la falta de armonía. No aparecerán las visiones, pues no habrá fuerza ni velocidad, el animal que hay en nosotros está dormido. Esta es la realidad de nuestro ser: no importa lo que dicen en las ciudades los que son considerados como profesionales en estos asuntos, nos dirán que el sexo es bueno, y que es saludable eyacular diariamente.
El sexo es bueno, claro que sí, cuando hay amor. Pero el amor verdadero entre dos personas no sucede si en el acto de amarse hay una destrucción de uno por el otro. El amor es pasión, es calma, y es felicidad en el sexo, pero en una plenitud mucho mayor que la que nos creen haber enseñado, o la que experimentamos cotidianamente.
Este es, pues, el primer punto a tener en cuenta a la hora de tener una larga vida, y en aras del éxito en la práctica del chamanismo. La respiración debe ser lenta y profunda en todo momento. Con menos cantidad de inspiraciones y expiraciones tenemos que ser capaces de sacar mayor provecho al acto de respirar. Pero también debemos ser fuertes y no dudar, de ser necesario, en acelerar la respiración sin perder la calma.
El objetivo es mantener la tensión correcta, perfecta, como nos corresponde como portadores del Gran Espíritu. Debemos conocer cuál es el punto de equilibrio perfecto. Sólo quien encuentra la tensión perfecta será plenamente funcional. Tenemos un buen ejemplo en los animales: son perfectos e incansables.
UNA BUENA ALIMENTACIÓN
En último lugar, pero no por ello menos importante: la alimentación. Estamos constantemente bajo la influencia de lo que comemos y bebemos. Muchas veces me piden que señale la dieta más precisa para la toma de la Ayahuasca. Se ha escrito al respecto –aunque el pueblo Shuar ni siquiera escribía-. Se trata de algo simple y natural: La Ayahuasca crece en la selva, hay que comer, pues, lo que crece en la selva. Si partimos de este principio, no hay margen de error, pues todo lo que crece en la selva tiene una simplicidad natural e intrínseca.
Mis abuelos tenían la fortuna, en ciertas épocas del año, de establecerse en algunos lugares de la selva, y permanecer allí durante un poco más de tiempo. Era entonces cuando predominaba una dieta basada en la recolección de frutos, como las guabas, las chontas y otras tantas frutas. La agricultura que se practicaba era muy básica. Se solía sembrar y recoger los diferentes tipos de calabaza de la selva; la yuca, el camote, la papachinia, el plátano... También se utilizaban las hojitas que se comen como verdura o ensalada. El único fermento que se utilizaba era la bebida de la yuca, preparada por las mujeres, que la mascaban. Durante las ceremonias con el Natem (Ayahuasca), no se tomaba demasiado, porque nunca fue bueno abusar de cualquier tipo de fermento en ese momento. Ya un poco más establecidos, más sedentarios, completaban su base de dieta mediante la pesca, en los ríos. Éstos tampoco se comían durante las ceremonias, ni la carne: se pretendía alcanzar la mayor pureza física e interior, sin causar dolor a los seres, tratando de intoxicar lo menos posible el organismo. Pero la selva es la forma de vivir nativa, y en ella los individuos cogen de la naturaleza todo lo que necesitan, sin depender tanto de la agricultura. En consecuencia, necesitan obtener la proteína y la grasa del pescado cuando hacen vida sedentaria, y de la caza de pájaros con cerbatana durante la etapa nómade; es seriamente difícil obtener estos elementos en la selva. Aunque ocasionalmente se consumía diferentes tipos de hongos, cerca y durante la ceremonias no es permitido. Alimentos que crecen en la humedad y descomposición se consideran ligeramente tóxicos y pesados.
LOS MEJORES ALIMENTOS –Y LOS MENOS RECOMENDABLES-
La carne de animales más grandes, muy anclados en la tierra –como el jabalí- nunca se usaba. Eran consideradas carnes impuras, que contaminaban el cuerpo y traían enfermedad. También causaban pesadez en la mente: la enturbiaban. Sobreexcitaban los nervios, de manera que solían cazarse principalmente las carnes puras de las aves, disponibles en las largas caminatas por la selva. La tradición relataba, por ejemplo, que en el venado renacían los abuelos, esto se originó, en parte, debido a la belleza y pureza de estos animales
También era una costumbre frecuente la alimentación mediante tubérculos, calabacitas de todo tamaño y otras verduras propias de la selva. Era muy difícil encontrar la sal. A veces conseguían piedras de minas, de sal rosada, los Shuar las guardaban en hojas, y las cuidaban como si fuera el oro para nosotros. Pero cuando se sumergían en la práctica más profunda de sus ceremonias, es decir, al tomar la Ayahuasca, se procuraba evitar el consumo de cualquier producto de origen animal.
Es fundamental, en el chamanismo, mantener la ligereza y la pureza: ser insípidos, como el agua. Tengo la fortuna de contar con acceso a la grasa y la proteína vegetal –como la que se obtiene de las legumbres- en los lugares que frecuento mas últimamente. También puedo contar con el aguacate, el aceite de oliva y las nueces. Pero en la selva no es posible acceder a todo eso. En ese sentido me satisface mucho poder contar con ese tipo de alimentos, pues me permiten mantener la fuerza y también la pureza; todo en una misma gran tendencia.
En estos tiempos de paz que vivimos, en estos tiempos de intercambio, es maravilloso y saludable para el planeta que podamos obtener las grasas y proteínas con lo que crece en nuestra tierra: de los vegetales. Si en algo ha evolucionado nuestra especie hacia la paz es en esto. En casi todos los países es posible conseguir legumbres y grasas vegetales.
Ya un poco más arriba, en las altas montañas, se pueden obtener frijoles, habas y hasta aguacates. Una de las razones por las que elegí el borde de la selva –entre la selva caliente y la selva fría, es tener este privilegio de sembrar, conservar, recolectar estos alimentos. Poder sembrar, conservar y recolectar la Ayahuasca, el Wanto o Floripondio, el Tabaco, y poder seguir, al mismo tiempo, una dieta pura, que me otorga una inmejorable fuerza.
Muchos creen que la fuerza se obtiene tras quitársela a los animales, al matarlos para comer. Pero la fuerza viene de Arutam, quienes no cuidan ese flujo vital son los que necesitan ir de prisa para quitarle la energía a otros. Pero comiendo un cuerpo muerto –simple carne animal, sin el Arutam- no recuperarán el flujo que perdieron. Sólo harán un cuerpo enorme, una masa magra, vacía de vida y de tacto sagrado.
¿En qué momento olvidamos que toda la fuerza proviene de nuestro Creador? ¿En qué momento dejamos de cuidarla? Lo que se pierde no se puede recuperar. Sólo se puede matar, comer e intentar sobrevivir a esa debilidad que padecemos.
En una dieta vegetal bien hecha, la mayoría de las veces ni siquiera necesita la destrucción de la planta: lechugas, hojas, son recogidas -y consumidas- sin grandes daños. No todas las semillas que comemos estaban destinadas a germinar. Así, las raíces, las yucas, se seguirán sembrando y crecerán. La misma planta seguirá multiplicándose.
Pero para que esta dieta funcione cabalmente, repito, hay que cuidar el tacto sagrado. Hay que prestar atención al sexo. Tenemos que calentar bien nuestro cuerpo (por fuera con el fuego, dentro con el tacto sagrado). Las legumbres deben germinar; las semillas deben germinar, por lo menos un poco y el cuerpo debe acostumbrará a ello. Sólo al principio es un poco difícil hacerlo.
De las legumbres podemos hacer concentrados, como el tofu, fuertes y muy proteicos. El cuerpo debe comer mucha grasa, y de la buena: grasa cruda. Eso es bueno para la Ayahuasca, para nuestros líquidos viscosos, en el cuerpo y en los huesos, en la médula y el semen. Debemos consumir la cantidad de hidratos que necesitamos para utilizar en el día. Darle proteínas a nuestro cuerpo, comer un sesenta o setenta por ciento de la comida cruda –entre hojas, germinados y frutas- y reducir o eliminar por completo los cereales.
Igualmente insisto, no conozco a casi nadie que sea ca paz de mantener todos los cuidados que requiere una dieta basada en vegetales perfecta, de acuerdo a los principios nutricionales y conservación de la energía vital. Por esa razón, y siendo responsable, recomiendo comer pescado al púbico en general, como hacían mis mayores en la selva. No interfiere con las ceremonias siempre que se aleje un poquito de los eventos. Los mariscos, pulpos, babosas, "cucarachas de agua", "serpientes marinas" y demás cosas parecidas, son perjudiciales.
Otro aspecto de la dieta a tener en cuenta es la eliminación casi completa de los dulces y azúcares, hay que tomarlos de la fruta. Hay que confiar en el lugar en donde vivimos, la comida del lugar. Esto nos ayudará a recordar y a relacionarnos mejor con Arutam. Hay que utilizar menos sal, y no intentar cambiar el sabor de las comidas. Es posible utilizar hierbas de la zona como especias, pero no siempre las mismas. No hay que entrar en un estado de apego. Ni dulce ni salado: no apegarse a ninguno de los extremos. Si lo que se quiere es disminuir el consumo de calorías, se puede recurrir a las hojas de estevia por ejemplo. Y hay que beber mucha agua fresca y pura. Ocasionalmente se pueden tomar siropes vegetales, como el agave o arce.
En la práctica del chamanismo debemos eliminar por completo la utilización del ajo. Su uso es un error importante, quizá el más dañino de todos. Quienes consumen el ajo, el comino y la cebolla fresca no pueden tomar la Ayahuasca. Aunque las dejáramos de consumir diez días antes de la ceremonia, seguiríamos estando bajo la nociva influencia de estas sustancias, pues para purgar este tipo de especias se requieren meses. En su lugar se puede usar, sin inconvenientes, el puerro. Si no reemplazamos este hábito, la Ayahuasca causará una sensación nauseabunda, seguida de dolor estomacal, malestar general y vómitos.
De menor importancia, pero igualmente muy poco recomendables, se encuentran el cardamomo y el clavo. Es ligeramente tolerable el uso del chile o del ají, pero no lo recomiendo por el calor irritante que produce. Tampoco recomiendo el uso del jengibre, aunque es mucho menos dañino. La canela y el jengibre son para mí un tipo de medicamentos que se utilizan, sobre todo, para los resfríos.
El resto de las especias comunes, como el orégano, la albahaca, el tomillo, el cilantro, el perejil, y todo ese tipo de hierbas, no traen mayores inconvenientes.
Otra recomendación importante: nunca se debe calentar el aceite, ni freírlo. Se debe cocinar al vapor: a veces se puede asar, o preparar en sopa, pero siempre en planchas de muy buena calidad.
Declaro, para terminar, que el uso de productos lácteos es una absoluta barbaridad, un error y una fuente de enfermedades, alergias, inflamaciones, flemas, viscosidades, dolores, y una fuente de cansancio y pesadez mental, sin contar con la terrible injusticia que el consumo de esta sustancia supone para los animales afectados.
Debemos tener un sentido de la responsabilidad. Como les dije antes, es importante no consumir demasiadas sustancias relajantes ( naturales o químicas). Pero esto se aplica también a los estimulantes. Si nos estimulamos más de lo necesario, estamos cometiendo el mismo error. El café y el chocolate están especialmente contraindicados en la dieta, así como cualquier otra sustancia que cuyo procesamiento involucra el acto de tostar-quemar las semillas, todas ellas son, en esencia, perjudiciales. El sabor de una sustancia quemada, sin dudas, no es adecuado para el uso humano, de manera que está estrictamente prohibido por nuestros mayores. Esto es aplicable también al maní y a otros frutos secos, demasiado grasosos. La excepción, en todo este tipo de frutos, son las nueces sobre todo, muy recomendables para la dieta. No son deseables, en cambio, ni la banana, ni los frutos demasiado dulces, como los dátiles. Y no duden en alejarse de los alimentos procesados, manufacturados y envasados.