El vivir del camino del Chamanismo
Chamanismo es una forma de vivir, transitar nuestros años de vida en unión con todo el sentimiento de la existencia. Poder respirar, sin estropearlo con ninguna intención, fundidos en el cristal de la Perfección. Cristal que contiene toda la existencia en su gran sentimiento, cual fluye en sagrada presión en nuestras venas, palpitando su tacto sagrado en delicia inconmensurable, entibiando nuestra carne y huesos, siendo la verdadera fuerza que corre en todo los seres.
Chamanismo acerca al individuo a su sentir más profundo, explicando que ahí está la respuesta para las inquietudes de quien olvidó. Aclara que la paz es el descanso de la certeza, la fe acomodada en el remanso de la realización última. Utiliza las plantas como camino para interiorizar hacia el origen del sentir, hacia la Vida que nos hizo nacer, para recordar y regresar el sentir al lugar correcto donde reconoce su naturaleza perfecta y eternamente embebida de su propia gracia.
Ese sentir no es algo que aporta o distorsiona una sustancia; está en nosotros y es a través de la cosquilla de esa planta, que nos vamos poniendo en equilibro en el lugar correcto como hijos del cielo y la tierra, corriendo la Vida (Arutam) a través de nosotros cada vez en mayor intensidad.
Son pocas las plantas que nos ayudan de esta forma, cada cultura tenía unas pocas y eran de confianza en las manos del Maestro. Es cierto que habían muchas más que producían efectos parecidos, pero al final, al tiempo, muchas veces tarde, los jugadores descubrían el daño infringido.
Chamanismo es un camino ancestral que se remonta a los orígenes de la humanidad y del conocimiento transmitido entre generaciones. Esa es una forma de comenzar un camino cuando vagas perdido en dolor; una forma de mirar atrás que requiere mirar a quien tienes delante ahora también, por si a caso.
Los antiguos no consumían sustancias porque estaban atrapados y reprimidos en un identidad frustrada dando vueltas doloridos en golpes y fracasos. No eran seres oscuros justificados hasta la locura, compartiendo demencia entre sonrisas envenenadas unos con otros. No sentían necesitar algo, salvo cuidar el Gran Sentir del que nacieron. Y si se endurecían y apretaban demasiado, preguntaban a los mayores cual era el camino para soltarse de nuevo hacia la Vida, a esos que respetaban y eran ejemplo digno de admiración; para ser como ellos; para usar el arte que heredaron y sobrevivió al paso del tiempo y dificultades.
Nunca se inventó nada nuevo, siempre fue igual en las culturas ancestrales más o menos. Cada Maestro con sus particularidades, transmitiendo el gran sentir de Arutam tras sus esmerado cuidado. De esta forma se podía recordar y curar, llenándose del tacto sagrado; equilibrándose a la vez, en el sentir débil u olvidado. Ayahuasca (Natem) era la pieza clave para ese comienzo definitivo, pero el Maestro era lo más importante, y eso era lo jodido de encontrar.
Tomamos Natem, nos esforzamos con toda voluntad, nos cuidamos y ayunamos para mantener el trance sagrado intensamente, al menos 14 horas, para derrotar la resistencia del "yo" y despejar su rancia sombra.
Largo tiempo se requiere para equilibrar nuestro sentir en la Perfección y permanecer en él naturalmente. Largo tiempo para renovar el caudal de la Vida en nosotros y que el cuerpo recuerde de donde viene, como era al nacer y como debe continuar la vida que le queda acorde al Gran Canto de Arutam.
Una vez el hombre realiza la Unión última y al paso del largo tiempo se equilibra en ella, la cuida con Tabaco. Libro vivo escrito por la propia mano de Arutam, el hombre realizado es capaz de fundirse, en unos instantes, con toda la existencia respirando unas pocas gotas oscuras de su fuerte néctar.
La vida del Chamán permanece impoluta, inundada y cuidada por el espíritu del Tabaco (Tsaank). La memoria del sentir ya no puede ser traicionada fácilmente nunca más, y la sensibilidad es el espacio donde los instintos regresan para llevar el pálpito de Arutam al mundo.
Arutam Ruymán