Recuerdos, verdades y propósitos
En este comienzo de año, hasta hace poco bien lejano, pienso en los quince que han pasado viviendo este camino del chamanismo amazónico. Empecé alrededor de mis veinte y, bueno, ningún comienzo suele ser excelente. Mi sinceridad, fuerza y curiosidad como hombre espiritual, psicólogo, terapeuta y profesor de la medicina tradicional china, me llevó lejos en la búsqueda del alma. Llegue a la Amazonía presumiendo de mis conocimientos como médico, pero pronto sus gentes más sencillas me enseñaron cuán desubicado estaba, cómo mi propia sombra me ridiculizaba. Quedé en la soledad yo y el Natem (Ayahuasca) apretando en su sagrado encantamiento. Sabía que si me caía, era yo mismo quien tendría que levantarse, o aprendía o me rendía. Pero a dónde volver, qué repetir, en qué ensangrentada rueda quería seguir acomodando una carne mal alimentada que se pudre, convenciendo una oscura mente educada y justificada, al noble corazón que Arutam (Gran Espíritu, Vida) electrifica.
Y no di un paso atrás, sentí Arutam y me equilibré en él. Cuán grande es mi agradecimiento a mi maestro y amigo Jimbikit. Cómo me estremeció espeluznantemente hasta el último rincón de mi ser durante muchos años. Durante muchísimas trasmisiones de poder (Tsentsak), levantó hasta el infinito el tacto sagrado en mí. Me esforcé en aprender a vivir sin perder una décima de ese gran regalo; me equilibré siendo cielo, tierra y toda su existencia cada vez que comía, respiraba, miraba, amaba, enseñaba, entrenaba, curaba... Hasta que un día tras largos años me dijo: ahora ya no soy tu maestro, soy tu amigo. Yo ya sabía que ese momento había llegado, sus transmisiones no se diferenciaban ya de lo que siempre sentía. Pero una última sorpresa y muestra de su maestría fue, recibir sus últimas y sabias palabras, en el momento exacto.
A él le debo muchísimo de lo que hoy soy. Su "tsentsak", su poder, su espíritu me transformó y me reformó. Los que me conocen en ceremonia, pueden dar fe del animal salvaje y bien extraño en que me convertí a ojos de la mundanalidad. Hoy enseño que la libertad intensamente realizada en la mente y el corazón, redibuja el sistema nervioso y el cuerpo. Con un buen maestro y a tiempo, podemos despertar de nuevo el animal que un día nació en esta tierra.
Recuerdo con mucho cariño mi anciano tío Nuninkia, me enseñó mucho sobre disciplina y los cuidados tradicionales. Vi amor y me dio amor; me cuidó y me acompañó mientras me compartía su conocimiento y me entrenaba dándome su vida.
Muchas más personas conocí, la mayoría familiares muy cercanos, otros no. Son tiempos oscuros aquí, tiempos de posguerra, el resentimiento de indios a blancos es muy grande, es odio. Los blancos siguen despreciando a los nativos y utilizándolos; engañando y destruyendo su hábitat para explotar los recursos naturales y literalmente devastar. No hay concenso, los Shuar jóvenes se hacen débiles deseando lo que los "enemigos" tienen, es fácil comprarlos.
Esta confusa colonización ha llevado al caos a todo un pueblo. Los soldados españoles y las matanzas nunca antes conocidas; los curas y su conquista pacífica pero no menos cruel; las multinacionales y sus métodos de crear necesidad y envenenar todos los aspectos y partes de la vida de otras culturas.
Fruto de todo esto, en mi camino se cruzaron chamanes, algunos demasiado, pues fui muchos años familia real con el pueblo shuar, y en cierta forma, así seguirá. Hijos de ese pasado descrito, algunos fueron mejores influencias, otros su enseñanza fue perversa y experta en mentiras y manipulación. Nadie puede transmitir la unión en Arutam y su tacto sagrado, si no lo es él mismo. De lo bueno y lo malo aprendí de mis mayores, aprendí mucho. De la mayoría, corruptos por el deseo de poder, dinero, sexo e influencia, tuve que deshacerme de sus presencias lo antes posible y con educación. Entiendo que cuando de niño te separan violentamente de tu familia; te enseñan otra lengua para que no hables con tus mayores nunca más; te dan de comer si obedeces; te educan en la religión católica como la única verdad; destruyen constantemente la selva para ganado o lo que toque en nombre de Dios y el Estado; tus profesores, curas, te violan siendo niño y tu único destino es enseñar eso mismo a otros más adentro en las comunidades; odies a los blancos, quieras joderles hasta el final y de paso seguir afilando las tendencias enfermas que aprendistes.
Estos individuos, autollamados "chamanes", son normalmente los más conocidos fuera de la selva, pues en su pueblo ya los conocen y lamentan su existencia. Son los que más hacen por llamar la atención y buscar el poder (sexo, economía e influencia) de los que tienen un poco más que ellos en las ciudades, sobre todo. Han sido seducidos y viciados por el mundo del hombre blanco, seducidos bien enfermamente.
Es lamentable como las noticias vuelan y el mundo del chamanismo se ensucia por sus propios nativos corruptos, y no nativos. Todo tarde o temprano sale a la luz, y estos escándalos se van haciendo habituales en los medios públicos que los delatan cada vez más.
Son muchos años cuidando la unión en Arutam, sintiendo el Natem, les aseguro que su enseñanza es perfecta y única, debe ser protegida en su arte milenario y cuidadosamente transmitida. En este nuevo año, un poco más viejo ya, quiero presentar la segunda parte de la película “El Gran Canto del Chamanismo. El Camino de la Ayahuasca y el Tabaco”. Quiero hacer las mejores ceremonias de mi vida. Quiero enseñarle a un mundo que olvida entre abandono y confusión, el verdadero significado del chamanismo que mis abuelos vivieron y transmitieron. Quiero que todo esto sobreviva, dejar un gran legado en este presente con lo mejor de la tradición de mi gente, mi familia del Amazonas.
Arutam Ruymán